martes, 9 de diciembre de 2014

No corráis tanto...

No soporto a la gente que no quiere saber.

No puedo con ella, no la soporto, lo siento. Esos repulsores del conocimiento cuyas mayores excusas van desde el:

"Si no va  a salir en el examen".

Al:

"Saberlo me deja mal cuerpo, ¿por qué me voy a dejar mal cuerpo con eso?"



Me hierve la sangre esos chupasangre del saber mundial, que se benefician de lo que el conocimiento les ha dado: tecnología, salud, cultura... pero escupen a la mano que les ofrece de conocimiento.

Evidentemente, nadie está obligado a saber de todo, pero menospreciar el conocimiento regalado bajo estúpidas evasivas mientras te memorizas los detalles del puto "Crepúsculo" o la alineación de hace 4 temporadas de la final de la Champions es, cuanto menos, un insulto a lo que el conocimiento ha hecho por ti. Y eso me enerva mucho.

Que no vaya a salir en el examen no significa que no sea bonito saber que la geosmina produce el olor característico a tierra mojada.

O que no sea interesante saber por qué tenemos ciclos de sueño y, por tanto, saber qué es un reloj circadiano.

O que no mola y mucho saber que el sentimiento de apego que generas por tu nueva pareja durante los primeros meses de relación se debe a la liberación de oxitocina después de cada tractá. Sí, el sexo es amor, muyayos.

O que no sea útil y curioso saber que nuestro cerebro está programado para rechazar las ideas nuevas y reforzar las antiguas, incluso (perdón, ESPECIALMENTE) cuando las nuevas ponen en duda nuestros conocimientos previos con argumentos sólidos. Lo que explica esa reacción visceral cuando alguien ataca creencias profundas como llas religiosas o las políticas.

O que no sea beneficioso para nosotros saber que 10 minutos paseando al Sol (paseando) (repito, paseando) es suficiente para que nuestra provitamina D se escinda en Vitamina D, y que todo el tiempo tumbados a la bartola en la playa en verano, horas incluso, sólo sirve para aumentar las posibilidades de tener problemas de piel (melanoma, te elijo a ti).

Igualmente, que te vaya a dejar mal cuerpo no va a hacer que las grandes multinacionales como Carrefour o Riceland dejen de controlar producciones enteras de arroz y otros granos para poder especular con los precios y mantener los agricultores de países pobres... bueno, pobres...

O que el tantalum, extraído del coltán, que lleva tu smartphone está manchado de sangre. Así que sí, puedes sobrevivir un poco más con tu iPhone 5S, no hace falta hacer cola para comprarte el iPhone 6 Slim Plus suputamadre si tu móvil antiguo todavía funciona.

No quiere decir que tengas que dejar de comer arroz o de usar tu móvil, pero quizás sirva para que, en vez de mirar a otro lado, cuides un poco lo que haces y cómo lo haces.

Quizás sirva para que valores cosas que antes no valorabas.


Quizás sirva, sia emplemente, para ver el mundo como es, para ver la causa, más allá del efecto.

Para ver la magia más allá del truco.

Me aburre mucho el argumento de "Si sabes cómo se hace el truco, se pierde toda la magia".

¿Qué mierda de argumentación es esa?

Lo verdaderamente mágico es saber el por qué y el cómo y, aún así, poder quedarte con la boca abierta.

Quizás la ignorancia sea la clave de la felicidad, no lo sé.

Pero quiero saber el por qué.

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