martes, 19 de noviembre de 2013

Die Verwandlung - Kafka

Es muy fácil, ¿verdad?

Lo cierto es que en realidad no lo es tanto. Al menos no para la mayoría. Aunque claro, esa mayoría siempre piensa que sí que lo es. De hecho, muchos piensan que lo han conseguido, cuando en realidad han fracasado de forma estrepitosa.
Nacemos inocentes, pero desde muy jóvenes nos meten esa estúpida idea en la cabeza, muy profundamente, en esas capas del subconsciente a las que es imposible acceder por voluntad propia. El Limbo, que dirían algunos. Ahí, enterrada, olvidada, pero siempre presente.

Esa idea de cambiar y ser mejor. Esa idea de que lo que somos no basta, no es suficiente. Jamás.
Esa idea de que como somos no llegaremos a ningún lado y que hay que transformarse, hay que metamorfosearse en otra cosa. Continuamente. Sin parar, siempre adelante, sin mirar atrás.


¿No suena tan mal, verdad? Al fin y al cabo, si intentas cambiar y fracasas, lo único que pierdes es el tiempo invertido. Y te quedas como estabas. Y ya. Y si no, pues ya lo has conseguido: ya eres "mejor". Ya eres "más".

No parece un trato tan malo al fin y al cabo, ¿verdad?

...

¿O quizá no sea así?

El problema de estos tratos es que siempre vienen con letra pequeña. Esas palabrejas que pocos se leen y que acaban jodiendo el invento siempre.

Esa letra pequeña que dice que para cambiar tienes que sacrificar. Sacrificar algo más que el tiempo (que ya es más que un pago justo. Valoramos poco el tiempo, cuando al final es de lo poco que realmente vale la pena tener). Sacrificar cosas que valen mucho. Sacrificar personas, que valen incluso más que todo el tiempo del mundo. Sacrificarlo todo.

Y entonces ese trato tan bueno ya empieza a ser un trato de mierda, porque al final acabas sacrificándolo todo, absolutamente todo, por tratar de encontrar una versión "mejor" de nosotros mismos. Una versión que ni siquiera existe.


Por tratar de cumplir esas putas expectativas de mierda que te han puesto desde siempre. Por tratar de complacer a tal y a cual, y a esa idea perdida en un Limbo que ni sabemos que existe. Por tratar de ser más que, mejor que y estar por encima de...


Y aún teniendo éxito, es un éxito de mierda. Un éxito que ni nos pertenece ni es algo de lo que estar orgulloso. Un éxito que sólo le vale a nuestro ego, a nuestro orgullo de mierda y a los cuatro gatos de siempre.

¿Cómo coño se puede estar orgulloso de haberlo sacrificado todo por ser algo que no somos?

¿Cómo coño es ese "yo" "mejor" que mi auténtico yo?

¿Cómo coño se puede estar orgulloso de eso?

¿Cómo?

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Así que con el corazón en la mano, los pies en el suelo y la mirada en el cielo prefiero seguir siendo un poeta de mierda, un imbécil borracho a las 3 de la mañana, un follador pasivo de noche sí y noche también, un pobre entre cuatro micropipetas con los ojos como platos y una sonrisa en la cara, un muerto con un redoble en el pecho en medio de mil abrazos y viajero que siempre vuelve a casa.

Que la vida es muy puta para vivir la de otro.

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