miércoles, 30 de octubre de 2013

Herederos

¿Os lo han contado alguna vez?
Ese cuento de dragones y escolopendras gigantes...
Ese cuento de por qué somos y qué somos...
Ese cuento de sueños heredados e ilusiones perdidas...
... que aún viven en alguien más que aquel las dio a luz y sabía (y sabe, y sabrá) que nunca se perdieron de verdad.

Es esa historia de pequeñas cosas. Que empieza de la manera más absurda, con un "Eso no se escribe así cuando escribes a mano" que te hace hervir la sangre, para luego seguir "¿Quién ha explicado eso así? ¿Tú? Pues esa sí, esa sí está perfecta." que lo único que te hace pensar es "¿De qué va este tío?".

Normal, al principio de esta historia tampoco es que confiaras en mucha gente, ¿por qué ibas a confiar en un tipo nuevo, así porque sí? Y más cuando seguía con esa manera tan rara de hablar, ese "Mira lo que hace esto" "Y esto, además de esto que pone en el libro, pues tal y tal".


"¿Eh tío, no te das cuenta que la gente mira para otro lado, pasa notitas y quiere irse ya?"

"¿Por qué ese esfuerzo en explicar cosas? ¡No es temario, son sólo anécdotas!"

Y pasan y pasan los días. Y las semanas. Y los meses. Y de repente, un día, que podría ser un día como otro cualquiera, y te das cuenta.

Le miras. Entornas los ojos. Te giras y miras al resto. Y te vuelves a enderezar. Y vuelves a mirar. Y sigues escuchando. Como también lo hacen un par o tres de compañeros más mientras los demás siguen a garabato, notita y demás.

"Está hablando. Pero no está hablando para ellos. Nunca ha hablado para ellos"

Y es ridículo, ¿verdad?

Y ya no vas a sus clases, pero resulta que te lo encuentras por ahí, en lso pasillos; pero resulta que ahora te corregirá tal trabajo; pero resulta que, simplemente, está ahí y te paras a charlar con él, algún compañero suyo y alguno tuyo.

"¿No tienes clase?"

Sí, pero, ¿a quién le importa?

Y ahora ya ni siquiera estudias ahí. Ahora resulta que vives en otro sitio. Pero mira, te pasas a saludar, y allí está también. Y no sólo él, hay más. Él es uno, quizá el primero que conociste, pero hubo más, siemrpe hay más. Menos de los que debería, pero suficientes para aprender más en los apsillos que dentro de las aulas.

Y de repente, ya no está. ¿O si?

Vuelves a mirar el correo. Por ahí anda un mail que le enviaste. Te muerdes el labio.

"Debería haberle enviado más".

Pero, al final, sabes que es suficiente con ser consciente de lo que eres.

Al final, sólo somos herederos, herederos de muchas cosas. Lo bueno que tiene es que nosotros elegimos exactamente de cuantas y de cuales.


Y de entre todas, me gusta recordar -sonriendo- que estoy aquí, en medio de este tumulto de nubes, llovizna y escoceses (y chinos, y alemanes...), porque soy heredero de historias.

Heredero de historias de dragone sy escolopendras gigantes.

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