viernes, 19 de agosto de 2011

Todos los Imperios caen

El Papa se ha dejado ver por Madrid estos días para traer la palabra de su Señor a los jóvenes congregados allí en un evento 100% financiado por la económicamente asfixiada iglesia. Ha paseado por la capital con su famoso Papa-móvil, con 10 mm de cristal blindado, porque nunca sabes cuando al Señor le puede dar un pronto y enviarte un fanático antirreligioso a tirotearte el paseo. Malditos ateos intolerantes.

Estos mismos hijos de baladre han sido los que han osado convocar una manifestación el día anterior a la llegada del Santo padre para protestar por el uso de fondos públicos para financiar el viaje-evento, cosa que también fue duramente protestada en Inglaterra, donde se desviaron 2,2 millones de euros destinados a obras de ayuda el Tercer Mundo para financiar el viaje de nuestro Padre. Pero, vamos a ver, necios intolerantes, ¿qué son 2,2 millones de euros comparados con traer a la voz de Dios en la Tierra a decirnos lo mismo que podría decirnos desde el balcón de su palacio en el Vaticano?

Por si esto no fuera poco, organizaciones de hijos del pecado (gays y lesbianas) convocaron una besada pública durante el recorrido del Papa por Madrid, no para protestar por las políticas homófobas de la iglesia católica (que, mientras se han pasado la vida tapando los casos de pederastia y ocultando criminales tras las puertas de su Estado, donde son intocables; siguen sin reconocer a todos los gays y lesbianas que se consideran creyentes), sino con el simple propósito de provocar y chafar esa fiesta que la iglesia ha pagado de sus arcas. Afortunadamente, las fuerzas de la ley y el orden de Madrid han apagado el entusiasmo de estos fanáticos a golpe de porra, como Dios manda.


Quiero acabar, hermanos, exponiendo un fragmento del discurso del Santo Padre ayer en Sol:

Sí, hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos. Desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto;decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias; dar en cada instante un paso al azar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso de cada momento.

Estas tentaciones siempre están al acecho. Es importante no sucumbir a ellas, porque, en realidad, conducen a algo tan evanescente como una existencia sin horizontes, una libertad sin Dios. Nosotros, en cambio, sabemos bien que hemos sido creados libres, a imagen de Dios, precisamente para que seamos protagonistas de la búsqueda de la verdad y del bien, responsables de nuestras acciones, y no meros ejecutores ciegos, colaboradores creativos en la tarea de cultivar y embellecer la obra de la creación.


Es importante comprender estas palabras, comprender que la iglesia nunca ha impuesto una Verdad absoluta, nunca a dictado qué es el bien y qué es el mal, lo justo y lo injusto, quien es digno de vivir y quien no, quien es digno de ser respetado y quien no...

Pero sobretodo, es importante comprender que, aquellos que reniegan de Dios y tienen sus raíces y cimientos en ellos, mismos están condenados a vivir una libertad sin Dios. No sucumbáis a ellas hermanos, no sucumbáis a la idea de una libertad que no comporte adorar a Nuestro Señor.



Contemplando el mundo, intentando comprender... mientras tanto me pregunto... ¿en qué nos convertiremos?



PD: Este artículo puede haber tirado de un recurso llamado "ironía", para más información:


http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=iron%EDa (acepciones 1 y 3, porque la 2 hace referencia al lenguaje hablado, y no es el caso).

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