miércoles, 25 de diciembre de 2013

Somos

No lo entiendes porque nunca quisiste entender
que se escondía bajo la máscara de marfil de mi cara.
Que no eras esos revolcones que creías darme
bajo la pintura reseca de cuatro paredes mal puestas.

Entre luces consumidas en la ciudad de las sombras,
caminando entre senderos que recorrí de tu mano,
me preguntaba cuantos habrán muerto por tu demencia
aullando tu nombre al vaho ausente de sus labios.

Viento gélido del que congela la piel y el alma
mientras resuena en mi cabeza el eco de las nubes blancas.
Sé que nos han quedo más de mil historias por contar,
pero mis lágrimas son porque me faltó bailar abrazado
y oír bajo las mantas un último "Ey, te quiero".

¿Alguna vez has visto el repicar de las campanas bajo la luz naranja de un sol de amaneceres?
¿Qué le cantas al mar, si sólo lo has oído en caracolas?
¿Qué sabrás tú de lo que soy?

Que no soy sangre roja del pueblo.
No soy sangre azul de reyes.
Soy sangre de oro líquido,
sangre sin sangre,
sangre de Dioses.


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